Juan Carlos Gómez: Testigo y protagonista de la Historia
La nostalgia no implica tristeza, ni tampoco connota necesariamente ausencia. Hay veces en que la nostalgia nos transporta, nos ayuda a andar y nos hace revivir momentos sublimes. Momentos de alegría, de emoción, de orgullo… por haber vivido y por estar vivo para contarlo y transmitirlo. De eso sabe mucho Juan Carlos Gómez, que desde hace más de 70 años sigue a Belgrano y es uno de los hinchas que más conoce de su historia. Poseedor de una colección de más de 6.000 fotos y 1.500 diapositivas referidas a nuestro club, partido a partido, con su inseparable cámara fotográfica, se lo puede ver en el Gigante con el mismo entusiasmo de su niñez.
– ¿Qué recuerdos tiene de sus primeras idas a la cancha?
Mi viejo, que era muy hincha y un muy buen número 5, (centro half o “centrojas”, según decían las crónicas de la época) me llevó a la cancha desde los 9 años, en 1936. Él me decía los nombres de los jugadores y como jugaba cada uno. El primer equipo del que me acuerdo es el de 1937: Luis Heredia; José Sosa y Ambrosio Restelli, Rafael Villagra, Julio “el Sargento” Murúa y Eleuterio Gorosito; Santiago Salas, Roberto Luque, Alejandro Cabrera, Silvestre Busi y Cesar Lanzemi. Nunca me olvidaré de ese equipo, me quedó grabado para siempre.
– ¿Cómo empezó su relación entre Belgrano y la fotografía?
Me gustaba coleccionar material sobre los jugadores y las formaciones, les compraba algunas fotos a los hermanos Ruiz que eran fotógrafos del diario Los Principios, esto habrá sido en el año 46. Me hice muy amigo de ellos, los ayudaba en el laboratorio del diario, y, de vez en cuando, me hacían entrar a la cancha. La primera foto que saqué fue a mi ídolo, la Chancha Carballo, el que pateaba tiros libres desde 30 o 40 metros.
– Habitualmente lo vemos dentro de la cancha retratando a los jugadores, ¿Cómo fue que comenzó a ingresar regularmente al campo de juego?
Jugué 20 años en el Sportivo Brandsen; en el equipo de baby fútbol de ese club inició su carrera el Colorado Suárez. Ahí lo conocí. Cuando empezó a jugar en Belgrano, a principios de los 70, el Colorado me llamó para que le sacara una foto. Me hizo pasar como su tío que quería fotografiarlo dentro de la cancha. Ese día, cuando salgo me encuentro con un ex compañero del colegio Deán Funes, que era el encargado de Relaciones Públicas del club que me ofrece seguir como fotográfo todos los partidos y me da un carnet. Desde entonces saqué fotos hasta el año 82, cuando se demoraron para acreditarme; dieron muchas vueltas, me calenté y no fui más. Entonces hubo un paréntesis. Estuve 11 años sin ir a la cancha. Volví en 1993; en ese tiempo había una revista que se llamaba «Adelante Belgrano», que duró 10 o 12 números, y empecé a colaborar trayendo fotos y contando la historia. La primera foto que puse fue cuando le hicimos 9 a . . . (léase inexistente). Desde entonces hasta ahora tengo la credencial para entrar.
– Todos los hinchas tenemos un partido inolvidable, usted, que pudo disfrutar de muchísimos momentos históricos, ¿cuál elige?
El 9 a 4 del año 47 es inolvidable. Yo fui a la cancha ese día. Le digo algunos antecedentes de ese partido. La Chancha Carballo, que era el 9 titular, estaba suspendido por el Tribunal de Penas de la Liga Cordobesa por unos incidentes en un partido amistoso con Nacional de Paraguay. La Mona Peralta era delantero de la cuarta, tenía 17 años. La comisión directiva, con el presidente Tagle a la cabeza, fue a hablar con el padre para pedirle autorización para jugar porque era menor de edad. El papá no quería saber nada, porque … (léase inexistente) tenía un 2, Lino Rodríguez, que era un criminal jugando. Tanto insistieron que el sábado a última hora, el padre de Peralta cedió y autorizó. El primer gol y el último lo hace la Mona. 9 a 4, la mayor goleada de la historia. (ver Efeméride Pirata 13 de abril)
Miguelito
Juan Carlos Gómez es un gran relator de anécdotas y un incansable difusor del belgranismo. Disfruta contarnos sus experiencias y compartir sus conocimientos. Las palabras y la memoria lo envuelven. Entonces le pedimos que nos cuente sobre uno de nuestros primeros ídolos, Miguel Delavalle:
Empezó a jugar en la cuarta división de Belgrano y después llegó a la primera; era un gran número 5, tenía una calidad excepcional, lo designaron para la selección nacional durante varios años y fue campeón sudamericano en 1921. Entre todos los porteños, Delavalle era uno de los pocos provincianos. Una vuelta jugando contra Uruguay, al principio del partido, paró una pelota con el pecho y se la dio a uno de camiseta celeste, le dio un pase a un uruguayo, se ve que le tiraba el color celeste… Fue el primer internacional que tuvo Belgrano en su historia. (ver postal de Miguel Delavalle)
Che Belgrano querido…
La charla es entretenida y va derivando en diferentes tópicos. En un momento, como al pasar, Gómez nos dice que tuvo de compañero de escuela, en el colegio Deán Funes, a un tal Ernesto Guevara… Nos detenemos y escuchamos atentamente:
Tengo un buen recuerdo, un muy buen recuerdo de él… Era de otro curso, un año más alto y tengo fotos de él en el aula. Era despatarrado, despreocupado, muy llano, nunca pensé que podía llegar adonde llegó. Tuve contacto, pero no mucho porque era de otro curso. Me acuerdo que había una campana que sonaba en los recreos; cuando terminaba el recreo venía un viejito a tocarla. Con el Che sabíamos atar bien la campana a la columna y hasta que la desataba, se enojaba el viejo… ganábamos algo de tiempo, eran un par de minutos más que teníamos de recreo. Guevara no le daba importancia al fútbol, no era aficionado, y eso que en esa época sólo hablábamos de tango, fútbol y de vez en cuando, de las materias que uno estudiaba. Si hubiera sido compañero de curso capaz que lo hacía hincha de Belgrano…
Hinchas como Juan Carlos Gómez hay pocos, agradecemos su tiempo y generosidad de siempre, para brindarse a la entrevista y para compartir parte de su vida guardada en la memoria…
Los muchachos de antes no usaban gomina
«…Los jugadores de antes tomaban vino, no como los de ahora que toman agua mineral. Esa es una gran diferencia. Le digo otra más: antes los jugadores venían con una valijita de madera con los botines, el pantalón y las medias, el club les daba la camiseta. Terminaba el partido, los jugadores dejaban sólo la camiseta para lavar; los botines, el pantalón y las medias se las llevaban ellos dentro de la valija…»